JUAN JOSÉ FERRO DE HAZ
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Artículos

 

RESEÑAS DE LIBROS


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09/2000

LA IGNORANCIA


Autor: Milan Kundera, Barcelona, Tusquets, 2000.


Sin lugar a dudas, Milan Kundera es uno de los autores contemporáneos de mayor prestigio en la actualidad; también es un escritor singular, penetrante, caústico y presumiblemente controvertido. No obstante a esto, desde que La insoportable levedad del ser se convirtió en un desbordante éxito internacional, todas sus nuevas obras han gozado de expectante curiosidad. Así ha sucedido con La inmortalidad, La lentitud, La identidad y ésta que comentamos. El lanzamiento de La ignorancia en España (en el mes de Abril), ha venido acompañado con la enfática propaganda de ser la primera edición mundial de la novela (traducida del francés), lo que ha convertido a los lectores de nuestra lengua que lo siguen, en privilegiados espectadores. De todas formas, y aunque el marketing no acredita nunca la calidad de una novela, ésta no ha defraudado y aún por estas fechas (mes de Septiembre), se mantiene entre los libros mas vendidos.

Fiel a su criterio de elegir como título de una novela su principal categoría (es decir, su esencia), Kundera expone ésta y el tema central de su novela en clave etimológica en el mismo segundo capítulo (pag 11), cuando nos revela: "En griego, <regreso> se dice nostos. Algos significa <sufrimiento>. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar (...) A la luz de la etimología del verbo <añorar>, la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia. Estas lejos y no sé qué es de ti. Mi país queda lejos, y no sé que ocurre en él." En efecto, el tema de su novela es el de la emigración, y sus protagonistas -Irena y Josef- son dos exiliados que, una vez instaurada la democracia en su país, deciden regresar tras veinte años de ausencia, reencontrarse con los que dejaron allí y comprobar, por sus propios ojos, si desean volver a vivir en su tierra. Como contrapunto al tema que va a tratar, el autor retrocede a la antigua cultura griega, para señalarnos a La Odisea como la epopeya fundadora de la nostalgia, y a Ulises, su protagonista y mayor aventurero de todos los tiempos, como el mayor nostálgico. De esta forma, subraya Kundera: “Homero glorificó la nostalgia con una corona de laurel y estableció así una jerarquía moral de los sentimientos."

No es un secreto para nadie que este es un sentimiento que experimentan en mayor o menor medida cualquier persona que ha sido arrancada de su tierra, y abundan los ejemplos en que se ha hecho imposible superar la nostalgia -Stefan Zweig soportó mal el exilio y se suicidó en Brasil en la cumbre de su carrera y Nietzsche odió la Suiza que lo acogía con una añoranza invencible por sus lugares de infancia-; sin embargo, es casi un tópico asignar este sentimiento a todos los exiliados (y suponerlo como algo insuperable que crece con el tiempo), dando por sentado un apego incondicional a la tierra natal (o al pasado), y en no pocos casos, hasta un desprecio por la tierra que los acoge. En realidad, no hay nada mas reductor que esta teoría, que simplifica todos los exilios a una misma experiencia (de dolor, sufrimiento y añoranza por lo que han dejado atrás) y simplifica también todas las individualidades y experiencias vitales de los que han emigrado (y el siglo XX ha sido como ninguno, pródigo en exiliados e historias diferentes). Tampoco es difícil deducir que esta teoría le debe mucho a las biografías mas conocidas de la literatura, donde para muchos de los escritores que han padecido un azaroso exilio (y son incontables), esta experiencia resultó mas traumática de lo habitual, al haber tenido que abandonar el confort y desahogo en el que cultivaron su espíritu desde la niñez (Nabokov es muy explícito sobre este tema en su autobiografía "Habla, memoria").

No caben dudas que a través de esta novela, Milan Kundera ajusta cuentas con su pasado en Checoslovaquia, con la dictadura comunista que padeció la mayor parte de su vida (emigró en 1975, a los 46 años) y con el alejamiento definitivo de su país natal. Así, el narrador disecciona la actitud de uno de los protagonistas y dice: "Si fuera médico, dictaminaría sobre su caso el siguiente diagnóstico: <El enfermo padece insuficiencia de añoranza>(...) Pero Josef no cree que esté enfermo. Cree que está lúcido. La insuficiencia de añoranza es la prueba del escaso valor que tiene para él su vida pasada" (pag 79). Sin embargo, este ajuste de cuentas no le impide ofrecer una certera y desmitificadora visión sobre la emigración, el exilio y las profundas cicatrices que perduran -a veces insalvables-, entre los que un día se fueron y los que se quedaron... Aqui es donde la perspectiva checa de su planteamiento (que hace referencia a la historia de su país, a sus paisajes y a su lengua), supera y transciende fronteras para hablarnos, con irrefutable lucidez de nuestro tiempo, de sus miserias, de los horrores y de sus víctimas.

Es por ello que el narrador se pregunta: "¿Pertenece a nuestra época la epopeya del regreso?" (pag 59). Sin duda, la respuesta que nos ofrece queda implícita en la historia que nos cuenta. Como es costumbre en Kundera, alternando la narración con el ensayo, la historia de los protagonistas corre pareja de los temas que trata (y que están vinculados al tema central): la ausencia, la amistad, la memoria, el olvido, el regreso y la ignorancia. En cualquier caso, el libro está repleto de reflexiones agudas e interesantes para cualquier lector, resume con acierto el drama de los emigrantes, y no creo que deje indiferente a ningún exiliado..., sobre todo si éste ha padecido, como sus protagonistas, una de las dictaduras más feroces y abyectas de nuestro siglo.


Juan José Ferro de Haz.
Publicado en la Revista hispano cubana, nº 9, 2000.



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